DIA 33
El Espiritu Santo es el que nos recuerda las cosas
El Espiritu Santo es el que nos recuerda las cosas
TIENE MALA MEMORIA? ¿Alguna vez ha leído un libro y se dijo a sí mismo: “Me gustaría poder recordar este punto”? ¿Alguna vez ha escuchado un sermón y haber deseado: “Si solamente pudiera recordar esto”? Considere a los discípulos de Jesús. Escucharon casi todo lo que dijo públicamente durante tres años. Escucharon el Sermón del Monte. Escucharon las parábolas. Escucharon sus diálogos con los fariseos y saduceos. Incluso quizá pensaron: “Si solamente pudiera recordar todas estas enseñanzas maravillosas”. No hay de qué preocuparse. Jesús les dijo que el Espíritu Santo les “hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14:26). Si teme haber olvidado lo que escuchó, ¡no se preocupe! El Espíritu Santo le recordará lo que le fue enseñado. Esto es muy relevante hoy en día. La gente pregunta: “¿Por qué debo leer mi Biblia? No la entiendo. ¿Por qué debería memorizar la Escritura? ¿Por qué debería escuchar la enseñanza? A menudo es muy aburrida”.
Yo respondo: Aunque no lo entienda y piense que no lo va a recordar, usted está recibiendo más de lo que usted se da cuenta conscientemente en el momento. En un momento apropiado—posiblemente en un momento en que menos lo espere—el Espíritu le recordará lo que ha escuchado. Hay dos cosas que necesitamos para realizar esta conexión. Primero, el Espíritu Santo promete recordarle lo que ha escuchado; leído o aprendido. En otras palabras, Él le recordará lo que ya está allí. Si no hay nada allí que recordar, ¿cómo puede el Espíritu Santo traerlo a su memoria? ¿Qué pasa si usted tiene la cabeza vacía en lo que respecta al conocimiento bíblico? Si no se toma el tiempo de leer su Biblia, ¿cómo podrá el Espíritu Santo recordarle lo que no ha leído? Por eso es que todos necesitamos un plan de lectura bíblica que lo lleve a través de toda la Biblia en un año. Por eso es que necesita buena enseñanza y buena predicación. Con respecto a la memorización de la Escritura, tristemente es extremadamente rara estos días. Estoy tan agradecido que se me exigió que memorizara la Escritura de chico.
Quizá diga: “Necesito que el Espíritu Santo caiga sobre mí. Necesito el poder de Dios para hacerme caer al piso”. Yo respondo: Si usted tiene la cabeza vacía cuando caiga, ¡usted tendrá la cabeza vacía cuando se levante! El Espíritu Santo le promete recordarle lo que ya está allí. Se lo repetiré: Si no hay nada que recordarle, ¿qué es lo que usted espera que haga el Espíritu Santo? Creo que viene un gran mover del Espíritu Santo. También creo que viene pronto. Creo que será el mayor derramamiento del Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés. Los que conocen lo que dice su Biblia serán los candidatos probables para ser usados soberanamente por Dios. Si es así, ¿le gustaría a usted estar justo en medio de ello? Tengo la convicción de que solamente los que pongan aceite en sus lámparas—como la vírgenes prudentes de la parábola de las diez vírgenes de Jesús—disfrutarán este derramamiento del Espíritu. El aceite se refiere al Espíritu. Las lámparas se refieren a la Palabra. “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmos 119:105). En otras palabras, la Palabra y el Espíritu juntos. Lo segundo que necesitamos darnos cuenta es esto. La palabra de Jesús acerca del Espíritu Santo recordándonos lo que hemos aprendido asume que el Espíritu está en nosotros sin ser agraviado: que la Paloma ha descendido sobre nosotros y permanecido. Cuando el Espíritu Santo no esté agraviado o apagado nos recordará lo que hemos aprendido. Pero si estoy enojado, amargado, con rencores y teniendo un estilo de vida que señala con el dedo, la Paloma se levanta y me deja que lo enfrente por mí mismo. No nos deja por completo porque el Espíritu está con nosotros para siempre. Pero el sentir de su presencia se levanta con la unción que hace que las cosas fluyan con facilidad. De hecho, lo que Jesús prometió acerca del Espíritu Santo asume que el Espíritu está sin ser apagado o agraviado en nosotros. Por eso es que Jesús era tan real para los discípulos en el Día de Pentecostés y también durante los días que siguieron inmediatamente a ese glorioso día. No debemos esperar que Jesús sea real para nosotros o recordar lo que hemos aprendido previamente cuando estamos en una condición agitada y amargada. Pero cuando hemos perdonado totalmente a los que nos han lastimado, nos han maltratado, nos han mentido y han sido groseramente injustos, la Paloma desciende. Jesús es real. La Biblia cobra vida. ¡Y nos encontramos recordando cosas que habíamos olvidado; algunas veces los versículos más oscuros de la Biblia e incluso esos sermone aburridos a través de los que nos las arreglamos para sobrevivir!