DIA 21
El Espiritu Santo obra sobrenaturalmente
El Espiritu Santo obra Sobrenaturalmente
UNA DE LAS mejores descripciones del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento se encuentra en estas palabras: “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu—dice el Señor Todopoderoso—” (Zacarías 4:6). Estas palabras fueron dirigidas a Zorobabel el gobernador de Judá. Se le dijo cómo se lograría la reconstrucción del templo. “Fuerza” probablemente se refiera a una fuerza colectiva; “poder” significa una fuerza individual. En otras palabras, la reconstrucción del templo se llevaría a cabo sobrenaturalmente; no algo que se pueda explicar en el nivel natural. La reconstrucción del templo sería una empresa sobrenatural. Porque una vez que el Espíritu Santo es involucrado, significa que uno ha cruzado de lo natural a lo sobrenatural. Esto no significa que no participemos. Lo hacemos. Pero todo lo que tenemos que hacer es obedecer al Señor. Entonces el Espíritu Santo entra y hace el resto.
Por ejemplo, Dios esperó a que Moisés levantara su vara cuando los hijos de Israel se encontraron con el mar Rojo mientras el ejército de faraón estaba persiguiéndolos. Eso fue todo lo que tuvo que hacer. Dios le prometió: Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes [ . . . ] levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco” (Éxodo 14:14-16). Entonces Moisés estiró su mano sobre el mar, y toda esa noche el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este y lo convirtió en tierra seca. Los israelitas cruzaron el mar sobre tierra seca, con una pared de agua a su derecha y a su izquierda. Lo único que Moisés hizo fue levantar su vara y su mano. Ese fue el lado natural. El Espíritu Santo hizo la parte sobrenatural. En una batalla entre Israel y los amalecitas, tan extraño como pueda parecer: “Mientras Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas”.
Cuando Moisés se cansó, Aarón y Jur sostuvieron sus brazos “uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol”, y los amalecitas fueron derrotados (Éxodo 17:11-13). Dios intervino sobrenaturalmente. Pero estaba conectado con que Moisés tuviera las manos levantadas. Este patrón continuó después de que Israel entró a la tierra de Canaán. Algunas veces Dios nos pide que hagamos cosas extrañas que no nos hacen sentido. Dios le dijo a Josué que hiciera que los hijos de Israel marcharan alrededor de la ciudad de Jericó cada día durante seis días. Luego, el séptimo día tenían que marchar alrededor de la ciudad siete veces, con los sacerdotes haciendo sonar las bocinas. Entonces el pueblo debía dar un fuerte grito, que resultó en que las murallas de Jericó se derrumbaran. Hicieron esto como se les ordenó. Probablemente se sintieron tontos. Caminando alrededor de la ciudad. En silencio. Sin armas. Pero el séptimo día después de rodear la ciudad siete veces, el pueblo dio un fuerte grito, y las murallas se derrumbaron (Josué 6:1- 20). Ellos hicieron la parte fácil; Dios hizo el resto.
Dios más tarde le dijo a Josué: “Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad” (Josué 8:18). El resultado fue una victoria total para Israel. El Espíritu Santo lo hizo. Pero Josué tenía que sostener la jabalina y apuntarla hacia el lugar de batalla. Siglos después el rey Josafat estaba siendo desafiado por los amonitas. El Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, quien dijo: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía” (2 Crónicas 20:15). Los israelitas no hicieron nada excepto cantar al Señor. “Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó” (v. 22). La victoria fue completamente sobrenatural, pero no obstante estuvo inseparablemente conectada con que cantaron al Señor. Esto es exactamente lo que quería decir la palabra del profeta para Zorobabel.
El pueblo todavía tenía que conseguir los materiales para el templo. Tenían que reconstruir los cimientos. Tenían que colocar las piedras. Pero todo sucedió con facilidad. Esta es la esencia de la unción del Espíritu Santo; habilita el don de uno para que opere con facilidad. Juan Wesley dijo que Dios no hace nada sino como respuesta a la oración. No estoy seguro de creer esto completamente, pero el Señor dijo: “Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas” (Proverbios 3:6). Este versículo es precedido por una verdad crucial que deberíamos recordar cada día de nuestra vida: “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia” (v. 5). Nuestra inteligencia podría sugerir que los caminos de Dios no hacen sentido. Y el responde: “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos [ . . . ] Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” (Isaías 55:8-9). Nosotros hacemos nuestra parte; fuerza y poder operando en el nivel natural. Dios hace su parte; por el Espíritu Santo, haciendo lo sobrenatural. Qué tontos somos cuando discutimos con sus caminos.