DIA 10
EL ESPIRITU SANTO FACULTA PARA EL LIDERAZGO
EL ESPIRITU SANTO FACULTA PARA EL LIDERAZGO
UNA DE LAS preguntas que le haré al Señor cuando llegue al cielo es: “¿Por qué no levantaste un sucesor para Josué? Hiciste a Josué sucesor de Moisés, pero no le proveíste sucesor a Josué”. Es un misterio. Por la razón que sea, Josué no fue sucedido por un hombre, sino por jueces, o líderes, algunas veces llamados libertadores, durante el tiempo entre Josué y Samuel.
Cuatro de estos hombres tienen en común que el “Espíritu del Señor vino sobre él” (Otoniel, Jueces 3:10; Gedeón, Jueces 6:34; Jefté, Jueces 11:29; y Sansón, Jueces 14:6, 19, 15:14). Sabemos poco de Otoniel, pero sabemos que en el casode los otros tres, cada uno era caracterizado por una debilidad evidente. Gedeón probablemente fue el mejor de los tres, pero su estatura disminuyó cuando hacia el fin de su vida solicitó que la gente le diera un arete. Gedeón hizo con los aretes de oro un efod de oro, que colocó en Ofra, su ciudad natal. “Todo Israel se prostituyó al adorar allí el efod, el cual se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia” (Jueces 8:27).
Juan Calvino dijo que “en cada santo hay algo reprensible”. Dijo esto en su comentario sobre Jefté, quien libró a Israel en una sorprendente victoria sobre los amonitas, pero que siempre será recordado por su voto insensato. Jefté le prometió a Dios que si Él libraba a Israel en esta importante batalla, él sacrificaría a cualquiera que “salga primero de la puerta de mi casa” (Jueces 11:31). ¡Pero quien fue sino su propia hija! (vv. 34-35). En el caso de Sansón, algunas veces llamado el hombre más fuerte que existió, tenía una debilidad fatal: una debilidad por las mujeres. Esta debilidad lo llevó a su caída. Se enamoró de Dalila, pero ella lo acusó de no amarla porque no le revelaba su secreto. Ciertamente Sansón sabía que ella era una mala persona, pero su deseo por ella prevaleció sobre su sentido común. Le reveló su secreto: nunca le habían cortado el cabello. Mientras dormía, Dalila le cortó el cabello, y su fuerza lo dejó de inmediato. Se volvió débil como cualquier otro hombre. Los filisteos lo capturaron, le sacaron los ojos y lo ataron con grillos. Pero cuando su cabello volvió a crecer, su fuerza regresó. Derribó el templo, y a todas las personas dentro de él, tomando venganza de ellos. Fueron muchos más los que Sansón mató al morir, que los que había matado mientras vivía (Jueces 16:30). Los líderes necesitan más que empoderamiento. Necesitan sabiduría. El joven Salomón tuvo la sensatez de pedirle a Dios sabiduría: “Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal” (1 Reyes 3:9). La sabiduría de Salomón fue legendaria en su propia época y para siempre. El Espíritu de Dios le dio poder de liderazgo a estos jueces, pero eso fue todo. ¿Por qué el Espíritu Santo no los guió a limpieza así como a poder para liderazgo? No lo sé. El libro de Jueces se resume en el último versículo: “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor” (Jueces 21:25); o, en otras palabras: “Cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos” (NBLH).
Hay un debate melancólico en algunos círculos: ¿cuál es más importante, el carácter o el don? Uno podría pensar que los líderes cristianos no tendrían dificultades para responder una pregunta como esta, pero—aunque usted no lo crea—hay muchos de ellos que de hecho dicen que el don es más importante que el carácter. En otras palabras, si una persona muestra gran liderazgo y oratoria, y es capaz de profetizar o hacer milagros, la vida personal y privada de la tal persona no importa. ¿En serio? ¡Con razón hay tanta inmoralidad sexual entre los líderes cristianos hoy en día! El Espíritu Santo es capaz de llenar de poder, sí. Y faculta para el liderazgo. Es verdad. Pero el poder no es suficiente. También necesitamos pureza. Temo que demasiados líderes solamente quieren el poder. Algunos de ellos tienen muchos seguidores. Y gran carisma. Pero eso es todo. No quiero ser injusto, pero Pablo dijo que en los postreros días la gente sería fácilmente engañada. “Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos” (2 Timoteo 4:3-4). Jesús dijo: “Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?”. Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:22-23). Aunque el Espíritu de Dios todavía viene sobre algunas personas—y hacen un gran espectáculo y asombran a la gente—nunca los deberíamos seguir como nuestros modelos, mucho menos como nuestros mentores.
Dicho lo cual, quizá le sorprenda que Gedeón, Jefté y Sansón se ganaron un lugar en el gran capítulo de fe de la Biblia: Hebreos 11 (vea el versículo 32). Lo cual es para mostrar que Dios es misericordioso. Él sabe de qué estamos hechos,se acuerda de que solo somos polvo (Salmos 103:14)