evangelio octubre 30 de oraciones para tu alma

Primera lectura


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,1-2a.11-12.25-29


Entonces debo preguntar: ¿Es posible que Dios haya rechazado a su pueblo? ¡Por supuesto que no! Yo también soy israelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín. No, Dios no ha rechazado a su pueblo, al que de antemano conoció. De nuevo pregunto: ¿Tropezaron y cayeron para no volver a levantarse? De ninguna manera. A consecuencia de su traspié la salvación ha sido llevada a los paganos, y esto será un desafío para ellos. Si la caída de Israel fue una riqueza para el mundo, y lo que perdieron enriqueció a las naciones paganas, ¡como será cuando Israel alcance su plenitud! Quiero, hermanos, que entiendan este misterio y no se sientan superiores. Una parte de Israel va a quedarse endurecida hasta que el conjunto de las naciones haya entrado; entonces todo Israel se salvará, según dice la Escritura: De Sión saldrá el libertador que limpiará a los hijos de Jacob de todas sus faltas. Y ésta es la alianza que yo haré con ellos después de borrar todos sus pecados.

Si los miramos desde el Evangelio, ellos son enemigos, lo que es para el bien de ustedes; pero ateniéndose a la elección, ellos son amados en atención a sus padres. Porque Dios no se arrepiente de su llamado ni de sus dones.


Palabra de Dios.


Salmo


Sal 93,12-13a.14-15.17-18

R/. El Señor no rechaza a su pueblo


¡Feliz el hombre que corriges, Señor, y al que tú enseñas tu Ley! Le das calma en los días de desgracia. R. /


Pues el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona a los suyos. Retornará el poder al que es Justo y con él, a los de recto corazón. R. /


Si el Señor no me hubiera socorrido, por poco no habría acabado entre los muertos. Apenas dije: «¡Vacilan mis pies!» tu bondad, Señor, me reafirmó. R. /



Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1.7-11


Un sábado Jesús fue a comer a la casa de uno de los fariseos más importantes, y ellos lo observaban. Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor, por lo que les dio esta lección: «Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar. Puede ocurrir que haya sido invitado otro más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga y te diga: Deja tu lugar a esta persona. Y con gran vergüenza tendrás que ir a ocupar el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar y así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, ven más arriba. Esto será un gran honor para ti ante los demás invitados. Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»


Palabra del Señor.



Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.

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REFLEXION


En el Evangelio de hoy Jesús parece interesado en que podamos quedar bien ante los demás, que sean los otros los que nos valoren haciéndonos subir de puesto, del lugar donde nos colocamos nosotros.

Y cuando nos dice: “Todo el que se enaltece será humillado”. Y sucede que aveces se nos escapa por tantas rendijas de la vida ese “afán o desespero” por sentirnos mejores que los demás. Y es que es dificil no enaltecernos, porque puede pasar que mientras buscamo humildad, y sintamos que ya la tenemos podemos enaltecernos. Es muy ardua el trabajo para ser humildes y mansos de corazón como lo es nuestro buen Dios.

Por eso la humildad es esa virtud que siempre hemos de buscar, es una “perla preciosa” que nos abre las puertas, derriba muros, crea puentes, acoge a todos.

Y aunque a veces nos preguntamos ¿Qué tiene la humildad que es tan poderosa para atraer la mirada de Dios? Debemos siempre tener en cuenta que nos hace buenos, nos hace parecernos a Jesús.

Hoy nos podemos preguntar:

¿Cuándo me estoy enalteciendo a mí mismo?


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